sábado, 8 de mayo de 2004

Camino de Santiago 2004 (Etapas 10-11)



Cómo ya intuía yo la noche ha sido movidita en cuanto a ronquidos se refiere, pero bueno tenemos el aliciente: llevamos toda la ropa limpia y seca lo cual es de agradecer, después de levantarnos, recoger y organizar todo nos vamos a desayunar en un bar al lado del albergue, después de un buen desayuno toca comenzar a dar pedales de nuevo, en estos momentos, por lo menos a mi, me asaltan las dudas de siempre ¿qué o quien me ha mandado venir a mi hasta aquí a darme estas palizas cada día sin un fin exacto ni definido?, quizá es una forma de comenzar a reflexionar y de esta manera tener la mente entretenida para así por ejemplo no acordarte mas de lo debido de tu casa o de tu familia, o quizá es el cansancio acumulado que va haciendo mella, lo comento esto con los Vitorianos y Sonia me dice que ella comienza a estar un poco harta de todos los días lo mismo, pedalear, buscar albergue, dormir, pedalear, buscar albergue, dormir . . . yo no es que esté harto pero si pienso que por ejemplo hacer el camino de Santiago caminando desde Roncesvalles pone a prueba no solo tu capacidad física sino que la principal asignatura a aprobar es tu condición psicológica, pensar que como mínimo son 24 o 25 días andando repitiendo el ritual anteriormente contado, no creo que sea fácil superarlo. Para salir de Triacastela y llegar a Sarriá hay dos caminos posibles, se puede hacer por San Xil o por Samos, yo el año pasado fui por San Xil y puedo decir que es verdaderamente duro, eso sí el paisaje por el que discurre el camino es precioso, de lo más bonito que he encontrado en el todo el camino, por lo tanto esta vez decido ir por Samos, ellos me dicen que también se vienen por aquí, como es casi todo bajada en poco tiempo nos plantamos en el monasterio de Samos, impresiona mucho este sitio, es grande, se le ve con solera, allí en medio del valle, todo de piedra, imagino que pasar una noche en su interior tiene que ser una experiencia muy bonita. A la salida de Samos hacemos unas cuantas fotos en una especie de monumento a los peregrinos y continuamos hacia Sarriá.

Se nota que hemos entrado en Galicia, la orografía ha cambiado completamente, aquí no hay mas de 100 metros de tramo llano todo el rato es subida o bajada, las bajadas cabrean bastante aunque pueda parecer lo contrario ya que sabes que al poco tiempo tendremos una subida que normalmente será más dura que la anterior, es un rompepiernas constante, me recuerda mucho a La Rioja aunque aquí el paisaje es completamente diferente. Antes de llegar a Portomarín paro a comer un bocadillo y mientras espero a que lleguen los chicos de Vitoria veo una práctica que a partir de ahora será muy habitual, un grupo de peregrinos van circulando alegremente charlando, con cascos y radiocasete portátil, sin mochilas, vestidos y calzados a la ultima, Gore-Tex por doquier y al poco rato pasa una furgoneta completamente cargada de mochilas, desde que hemos entrado en Galicia los peregrinos "de bote" han salido como conejos, no es que tenga nada en contra de ellos, solo me joroba que luego ellos llegan a los albergues y en muchos de ellos ya tienen cama reservada mientras que otros llegan a continuación con su mochila a cuestas y muchos mas kilómetros en sus espaldas y tienen que dormir en el suelo, entiendo que esto es muy difícil por no decir imposible de controlar. En el bar donde estoy esperando tras la barra del bar hay un paisano la mar de amable y simpático, es madridista hasta la médula comentamos el partido que hizo ayer el Real Madrid perdiendo con el Deportivo y le llevan los demonios, máxime cuando le insinúo la posibilidad de que el Barça nos adelante en la clasificación, él dice que le da igual haber perdido la liga, la copa, la champions pero que los catalanes se pongan delante no, me río un buen rato con él porque se le ve un hombre majo, cuando llegan Venan y Sonia y tras atenderlos se sienta a charlar con nosotros como si nos conociéramos de toda la vida, da gusto encontrar gente tan sencilla.
Tras un buen almuerzo continuamos dirección Portomarín, aunque es bajada todo, a Sonia se le nota en la cara y en la forma de pedalear que hoy no está tan redonda como estos días atrás y por lo tanto no sé que problema tendrá pero no va bien, la verdad que me da un poco de algo parecido a pena ya que ella lo que quiere es acompañar a su marido pero este o no se da cuenta o no quiere verlo, el caso es que la situación me resulta un poco incomoda. Al llegar a Portomarín subimos al pueblo para hacernos una foto en la iglesia reconstruida piedra a piedra desde la antigua ubicación antes de que el embalse de Belesar lo inundara, también paso por el sitio donde el año pasado me caí con la bici y me jorobé un dedo de la mano izquierda, que algún día todavía después de 8 meses me duele un poco. La salida de Portomarín es constantemente en subida yo voy a mi ritmo paro de vez en cuando para descansar y tomar algo en los sitios habilitados por la Xunta al efecto, charlo con algunos peregrinos "de bote" a los cuales cuando les digo que vengo desde Roncesvalles ponen cara de asombro y exclamación, el día esta medio lluvioso, medio caluroso, amenaza tormentas en fin clima gallego, sobre las 15 horas circulando por el camino llego a Eirexe y paso por la puerta de un albergue que me gusta desde fuera, entro a preguntar y me encuentro con una abuelita de muchos muchos años a la cual han dejado a cargo del albergue pero que la pobre no sabe ni escribir con lo cual después de preguntar si hay sitio para tres ciclistas me dice que aunque se debería de esperar, como no hay mucha gente que si, que me aloje allí, me inscribo yo mismo ya que como he dicho anteriormente la abuelita no sabe ni escribir, me sello la credencial y llamo a Venan y Sonia para decirles que me voy a quedar en este albergue que pasaran por la puerta del mismo, allí les espero.

Después de esperar bastante tiempo como una hora y media aparecen estos chicos y Venan trae mala cara, nada más llegar me dice que le estamos volviendo loco, que el no quiere hacer esto así, etc. yo como tengo por costumbre no discutir con nadie y menos estos días que estoy de un relajado que me salgo, me doy tranquilamente la vuelta y me marcho. Sonia me pide perdón la mujer y se excusa de su marido, la digo que no se preocupe que no pasa nada que ella no tiene la culpa de nada etc. aquello me sienta a cuerno quemado pero bueno decido que lo mejor que puedo hacer ya que no tengo hambre y ahora mismo el único bar que hay en el pueblo esta cerrado y ya es tarde para intentar comer que lo mejor es echarse un ratito de siesta, cosa que hago sin dudarlo. Después de dormir plácidamente me voy a dar una vuelta por esta pequeña aldea, me dice un nieto de la abuelita que hace de hospitalera que en el bar que esta mas abajo se puede cenar bastante bien, como son casi las 7 de la tarde decido irme a ver si me dan algo de comer, al subir a la habitación por educación se lo digo a Venan que me voy a comer algo que si se viene y me dice que sí, Sonia tiene cara de pocos amigos y dice que no le apetece, mientras que vamos circulando Venan me pide disculpas por su calentón de antes y me da una serie de excusas que no me convencen en exceso, mi intuición me dice que llevamos ya mucho tiempo juntos y que lo mejor que puedo hacer es seguir como tenía que haber continuado, solo. Como puedo y ya que no me apetece discutir capeo el temporal y charlamos un rato mientras cenamos (a las 19,30 como los peregrinos extranjeros) unas magnificas costillas adobadas. Tras la cena llegamos al albergue, escribo un poco estas notas como casi todos los días y dejo todo preparado para mañana por la mañana salir rápido de allí, a las 21,00 estoy metido en el saco y con ganas de dormir.


Después de una noche larga, (me he despertado varias veces un poco obsesionado con el tiempo por ver si llovía y un poco dolido por el mal rollo con Venan) sobre las 7 de la mañana que ya se han marchado todos los peregrinos me levanto, tengo claro que a partir de hoy toca volver a circular solo, me joroba bastante esta situación y por ello hay que zanjarla, así que volvemos a los viejos tiempos. Me preparo todas mis cosas rápidamente aprovechando que no se han levantado mis excompañeros de viaje, cargo todo en la bici y cuando estoy a punto de salir bajan ellos a cargar sus bicis, les digo que voy a ir tirando despacito y que más adelante les esperaré, me sabe muy mal por Sonia ya que a ella se la lee en la cara que está con no demasiado buen humor y tiene claro que no los esperaré, así que sin más me voy.
Como voy solo decido que intentaré, mientras el tiempo lo permita, hacer el máximo de camino y así lo hago además este está en excelente estado ya que se encuentra un poco mojado pero no hay barro lo cual hace que la bici circule estupendamente por estos parajes, hay fuertes rampas pero como no tengo prisa y la mañana está fresquita amenazando con llover en cualquier momento no se suda, solo me tengo que bajar de la bici para superar una especie de trialera una vez. Voy atravesando pequeñas parroquias o aldeas con sus bonitos pazos, no paro de hacer fotos y de que me hagan fotos los numerosos peregrinos que voy encontrando en mi ruta, a la salida de una aldea de estas me encuentro a varios coches llenos de mochilas de peregrinos cuyos conductores se encuentran almorzando con los peregrinos "de bote" propietarios de las mochilas.

Mi idea inicial para hoy era llegar hasta el Monte del Gozo, hacer noche allí y mañana por la mañana entrar en Santiago, pero al llegar a Melide veo que es pronto y que voy muy bien de tiempo lo cual hace que me empiece a rondar una idea por la cabeza, si aprieto un poco puedo llegar casi a la hora de comer a Santiago, hacer todas las gestiones por la tarde y esta noche me marcho para mi casa que ya llevo 11 días fuera de ella y me está empezando a entrar esa famosa morriña gallega, así lo hago aprieto fuerte y los kms. van cayendo rápidamente se nota que el paso de los 11 días por mis piernas ha sido positivo, hasta yo mismo en algunos momento me quedo un poco impresionado, sitios donde en otros momentos habría tenido que meter mucho desarrollo lo subo sin mucha dificultad, la bici la llevo de lado a lado casi como cuando no tenía alforjas, las bajadas ya se hacen a saco, nada que ver con los primeros días que ibas pendiente constantemente por si dañara el portabultos o el equipaje (se va perfeccionando la técnica) en el fondo quizá también me esté ayudando mucho las ganas de ver de nuevo a mi mujer y mi hija.
En las cercanías del aeropuerto de Santiago me hago la típica foto en una piedra labrada que por primera vez indica que has llegado a Santiago, me la hacen un grupo de peregrinas que cuando les digo que vengo desde Roncesvalles, no se lo creen, me dicen que en esta época debe de ser muy duro, que si vengo solo, que cuantos días, me hacen un interrogatorio en toda regla, no quiero cortarlas por educación pero tengo prisa (la primera vez en todo el viaje) por llegar a Santiago a organizar mi viaje de regreso. Llegando ya al Monte del Gozo, recuerdo perfectamente por el año anterior que hay unas rampas de cuidado para subir al puñetero monte, y efectivamente este año con las alforjas son todavía peores, además después del sobresfuezo por intentar llegar pronto hoy aquí más si cabe. Según voy adelantando a peregrinos, aunque voy reventado les voy dando ánimos (¡¡ buen camino !! ¡¡ ánimo que ya queda poco !!) y ellos hacen lo propio conmigo con una cara que esboza su alegría, a veces en francés, a veces en inglés, a veces en alemán, a veces solo con una sonrisa pues no pueden hablar del esfuerzo pero la cercanía a Santiago cambia sus caras.

Por fin llego al monumento que conmemora la visita de Juan Pablo II en el alto del Monte do Gozo, subo la última cuesta, apoyo mi bicicleta y aunque soy una persona tímida y no muy amiga de llamar la atención por mi gran sentido del ridículo no puedo por menos que levantar los brazos y dar cuatro gritos al aire, un francés que se encuentra por la parte trasera del monumento al verme como si de repente hubiera desaparecido su vergüenza también hace lo mismo celebrando que ya está aquí, me río yo de la descarga de adrenalina que se produce al montar en una montaña rusa o hacer un deporte de riesgo, hacer esto me deja desinflado como si fuera un globo y alguien hubiera abierto la válvula por la cual se sopla. No tengo mas remedio que sentarme en un kiosco cercano y pedir algo de beber, no hace día para sentarse en las mesas, pues cae un chirimiri constante desde hace un buen rato ya que aunque quiero llegar pronto a Santiago, también quiero disfrutar este momento. En el kiosco tienen sello que no dudo en poner como último en mi credencial, mientras lo estoy poniendo llegan unos peregrinos que son un padre con sus dos hijos vienen desde Oviedo por el camino norte y charlamos un rato, me comentan que aquel camino no es transitable en bici, está muy abandonado además de que circula por zonas montañosas un porcentaje importante de su trazado, la chica lleva una mochila inmensa no me extraña que se queje del peso que lleva, lo que no se es como ha conseguido llegar hasta aquí con todo eso encima.
Tras un rato de amigable charla me tiro cuesta abajo (literal) dirección al albergue-campamento del Monte do Gozo, me paro en la puerta y observo aquel macroalbergue con música sonando, autoservicio, restaurante, bar, etc. todos los servicios, hago un par de fotos y continuo hacia Santiago, tengo que bajar unas escaleras con la bici a cuestas ya que esta ruta está pensada para caminantes, continuo por la carretera que entra en Santiago con un tráfico enorme, y ya estando en el casco urbano pregunto a un chico como se llega lo más rápido posible a la catedral, me señala al suelo para indicarme las flechas amarillas, esas flechas que llevo siguiendo durante los últimos 11 días o los últimos 800 kms. de la emoción de encontrarme llegando a Santiago ni las había visto, me dice que ese es el camino francés el bueno, que las siga y en 5 minutos estoy en la catedral. Así hago, las sigo, eso sí yendo en dirección contraria, pero me da igual, voy adelantando peregrinos que al igual que yo van muy rápido pues algo les va empujando sin darse cuenta. Estando ya casi en la catedral decido que voy a hacerlo al contrario, primero voy a ir a la oficina del peregrino (o como se llame) a que me den la Compostela, intento organizar mi viaje de vuelta (bueno el mío y el de mi fiel compañera) y luego voy a ver a Santi, llego a la plaza de platerías, me acerco a la oficina y le pregunto a un chico que hay en la puerta si puedo dejar allí aparcada la bici (hay unas barras colocadas en el suelo a tal efecto), me dice que por supuesto, dejo la bici y subo a obtener mi credencial, relleno un impreso, me ponen el último sello y me dan mi Compostela, en la cual pone bien clarito "Annus Santus", pregunto la forma de mandar la bici a casa, me dan información de cómo mandarla con ellos, veo que el viaje en avión sale caro y pregunto dónde está la estación de autobuses, me dan un plano de la ciudad y me indican amablemente como llegar, a la pregunta de si me voy a quedar a la misa del peregrino con gran dolor les tengo que decir que si consigo encontrar la forma de regresar esta tarde a mi casa pues que no me quedaré, me despido de estas amables señoritas y me voy hacia la Catedral.
Subir las 23 escaleras que me separan del pórtico de la Gloria hace que se me ponga la carne de gallina, hace 3 semanas aproximadamente había estado con unos amigos y mi familia visitando Santiago aprovechando la Semana Santa, y claro no tiene nada que ver como las subí entonces a como lo hago ahora, es difícil por no decir imposible sin que pueda parecer cursi expresar con palabras esas sensaciones, por un lado voy dando gracias a mi mujer por haberme permitido escaparme estos días sin poner en ningún momento una mala cara, dándome ánimos siempre para cumplir este pequeño sueño, me acuerdo mucho de mi hija la cual a sus 5 años me dice que cuando sea un poquito mas mayor se va a venir conmigo en su bici a hacer el camino, porque si esperamos mucho yo seré muy viejito y no podré hacerlo, me acuerdo de un par de amigos que recientemente nos han dejado (Enrique y Ramiro D.E.P.), doy gracias porque la salud y la suerte me han permitido llegar hasta aquí sin haber tenido ningún percance, y por qué no decirlo hincho pecho porque una cosa que me prometí y me propuse a mí mismo he conseguido acabarla. Todo esto y más se me viene de golpe a la cabeza mientras me voy acercando a la entrada a la catedral, cruzo la puerta y allí está el pórtico de la gloria, una obra digna de admirar durante mucho tiempo, como ya he dicho en otras ocasiones no soy un gran amante de las piedras, pero reconozco el trabajo bien hecho y la belleza, no hay nadie haciendo cola para poner la mano y darse los croques, me admira esto, pongo la mano en la columna donde anteriormente la han puesto miles, o cientos de miles, o millones de peregrinos, doy media vuelta a la columna y doy los croques en la cabeza del maestro Mateo para ver si se me pega algo de su infinita sabiduría y luego me siento unos minutos en un banco de la catedral y lo poco que quedaba de mí por desinflarse desde el Monte do Gozo acaba por salir aquí, dentro me queda una sensación de paz y tranquilidad imposible de contar. Minutos después me dirijo a abrazar a Santi, le han quitado la capa (será por el trabajo extra que tiene ahora con el jacobeo) está frío y luego bajo a ver su tumba, rezo un momento y doy una vuelta por la Catedral, da gusto poder transitar por ella y admirarla sin los agobios que por aquí son habituales, hago unas fotos y me marcho.

Después de vivir estos cortos pero intensos momento, salgo de la catedral y me dirijo a recoger a mi compañera, me hago las fotos que atestiguan mi paso por Santiago y dejar constancia gráfica de los kilometros acumulados en su marcador y que luego valdrán para que mis amigos me digan que con el Photoshop hoy día se hacen maravillas, tras una intensa sesión fotográfica me voy hacia la estación de autobuses a ver si hay autobuses esta tarde para Madrid, la cuesta arriba cargado ya no es problema, la bici casi sube sola, me acerco a la estación pero no encuentro la entrada de personas, entro por la salida de autobuses, allí ato la bicicleta a una barandilla y me dirijo a pie a buscar las taquillas. Por fin las encuentro, busco la de Alsa-Enatcar y pregunto a que hora hay autobuses para Madrid, me dice la chica que a las 16,30 h. sale uno de la clase Supra, (estos no paran en todo el trayecto, te dan de merendar, llevas revistas y periódicos, tiene servicios en el propio autobús, un lujo) le pregunto si puedo llevar una bicicleta, a lo cual me responde que si, que me tiene que cobrar 3€ mas pero que la puedo llevar como equipaje, veo el reloj y son las 15,35, le digo que me dé un billete, bajo a por la bici, cojo ropa de persona normal para poder cambiarme y en un servicio que huele fatal y está muy sucio me cambio como puedo, me quito mi indumentaria, me pongo ropa limpia (sin ducharse, ya sé que es una guarrería pero en ese momento no podía hacerlo de otra manera) y una vez cambiado tengo que recoger todo de manera que me entre en las alforjas que son mi equipaje, como puedo lo meto todo y me dirijo a comer algo, son casi las 4 de la tarde y no he comido nada. En la cafetería de la estación me tomo unos pintxos con un par de cervezas que me saben a caviar beluga compro una revista de motos para tener lectura en el viaje y me dirijo al andén.

Desmonto la rueda delantera de la bici para poder meterla en el autobús, ya que si no es así no entra, la sujeto a la bici con un pulpo, suelto la dirección para que ocupe menos y lo dejo preparado para cuando venga el autobús. Son las 16,25 y en el andén 19 que pone en el billete no hay ningún autobús, además no hay nadie en el mismo, me pongo un poco nervioso, pero en 2 minutos aparecen por allí varias personas y a las mismas 16,30 llega el autobús, para rápidamente subimos los equipajes, mi bici y mis alforjas a la bodega del autobús y yo para arriba, en 10 minutos estoy saliendo de Santiago, se me vienen a la cabeza un montón de gratos recuerdos (los malos momentos, se olvidan rápido) vividos en estos 11 días, hago memoria de algunos de los sitios por los que he pasado, ciudades grandes como Pamplona, Burgos, León o Logroño, pequeñas aldeas como las que atraviesa el camino a su paso por Galicia, momentos agradables como por ejemplo las sobremesas después de cenar en algunos de los albergues en los he pernoctado, la variedad de incidencias climatológicas vividas (calor, frío, lluvia, nieve, granizo, viento), la diferencia de estado de los caminos dependiendo de porqué comunidad autónoma circularas, la cantidad de personas conocidas con las que he entablado conversación a lo largo de estos días. El ronroneo del autobús, los suaves movimientos que su cómoda butaca me proporcionan, el cansancio y el bajón que estoy sufriendo en estos momentos hace que en poco tiempo me quede dormido, dando por concluido con esto el relato de mi Camino de Santiago 2004.
FIN

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