Cómo ya intuía yo la noche ha sido movidita en cuanto a ronquidos se refiere, pero bueno tenemos el aliciente: llevamos toda la ropa limpia y seca lo cual es de agradecer, después de levantarnos, recoger y organizar todo nos vamos a desayunar en un bar al lado del albergue, después de un


Se nota que hemos entrado en Galicia, la orografía ha cambiado completamente, aquí no hay mas de 100 metros de tramo llano todo el rato es subida o bajada, las bajadas cabrean bastante aunque pueda parecer lo contrario ya que sabes que al poco tiempo tendremos una subida que normalmente será más dura que la anterior, es un rompepiernas constante, me recuerda mucho a La Rioja aunque aquí el paisaje es completamente diferente. Antes de llegar a Portomarín paro a comer un bocadillo y mientras espero a que lleguen los chicos de Vitoria veo una práctica que a partir de ahora será muy habitual, un grupo de peregrinos van circulando alegremente charlando, con cascos y radiocasete portátil, sin mochilas, vestidos y calzados a la ultima, Gore-Tex por doquier y al poco rato pasa una furgoneta completamente cargada de mochilas, desde que hemos entrado en Galicia los peregrinos "de bote" han salido como conejos, no es que tenga nada en contra de ellos, solo me joroba que luego ellos llegan a los albergues y en muchos de ellos ya tienen cama reservada mientras que otros llegan a continuación con su mochila a cuestas y muchos mas kilómetros en sus espaldas y tienen que dormir en el suelo, entiendo que esto es muy difícil por no decir imposible de controlar. En el bar donde estoy esperando tras la barra del bar hay un paisano la mar de amable y simpático, es madridista hasta la médula comentamos el

Tras un buen almuerzo continuamos dirección Portomarín, aunque es bajada todo, a Sonia se le nota en la cara y en la forma de pedalear que hoy no está tan redonda como estos días atrás y por lo tanto no sé que problema tendrá pero no va bien, la verdad que me da un poco de algo parecido a pena ya que ella lo que quiere es acompañar a su marido pero este o no se da cuenta o no quiere verlo, el caso es que la situación me resulta un poco incomoda. Al llegar a Portomarín subimos al pueblo para hacernos una foto en la iglesia reconstruida piedra a piedra desde la antigua ubicación antes de que el embalse de Belesar lo inundara, también paso por el sitio donde el año pasado me caí con la bici y me jorobé un dedo de la mano izquierda, que algún día todavía después de 8 meses me duele un poco. La salida de Portomarín es constantemente en subida yo

Después de esperar bastante tiempo como una hora y media aparecen estos chicos y Venan trae mala cara, nada más llegar me dice que le estamos volviendo loco, que el no quiere hacer esto así, etc. yo como tengo por costumbre no discutir con nadie y menos estos días que estoy de un relajado que me salgo, me doy tranquilamente la vuelta y me marcho. Sonia me pide perdón la mujer y se excusa de su marido, la digo que no se preocupe que no pasa nada que ella no tiene la culpa de nada etc. aquello me sienta a cuerno quemado pero bueno decido que lo mejor que puedo hacer ya que no tengo hambre y ahora mismo el único bar que hay en el pueblo esta cerrado y ya es tarde para intentar comer que lo mejor es echarse un ratito de siesta, cosa que hago sin dudarlo. Después de dormir plácidamente me voy a dar una vuelta por esta pequeña aldea, me dice un nieto de la abuelita que hace de hospitalera que en el bar que esta mas abajo se

Después de una noche larga, (me he despertado varias veces un poco obsesionado con el tiempo



Mi idea inicial para hoy era llegar hasta el Monte del Gozo, hacer noche allí y mañana por la mañana entrar en Santiago, pero al llegar a Melide veo que es pronto y que voy muy bien de tiempo lo cual hace que me empiece a rondar una idea por la cabeza, si aprieto un poco puedo llegar casi a la hora de comer a Santiago, hacer todas las gestiones por la tarde y esta noche me marcho para mi casa que ya llevo 11 días fuera de ella y me está empezando a entrar esa famosa morriña gallega,



Por fin llego al monumento que conmemora la visita de Juan Pablo II en el alto del Monte do Gozo, subo la última cuesta, apoyo mi


Tras un rato de amigable charla me tiro cuesta abajo (literal) dirección al albergue-



Subir las 23 escaleras que me separan del pórtico de la Gloria hace que se me ponga la carne de gallina, hace 3 semanas aproximadamente había estado con unos amigos y mi familia visitando Santiago aprovechando la Semana Santa, y claro no tiene nada que ver como las subí entonces a como lo hago ahora, es difícil
por no decir imposible sin que pueda parecer cursi expresar con palabras esas sensaciones, por un lado voy dando gracias a mi mujer por haberme permitido escaparme estos días sin poner en ningún momento una mala cara, dándome ánimos siempre para cumplir este pequeño sueño, me acuerdo mucho de mi hija la cual a sus 5 años me dice que cuando sea un poquito mas mayor se va a venir conmigo en su bici a hacer el camino, porque si esperamos mucho yo seré muy viejito y no podré hacerlo, me acuerdo de un par de amigos que recientemente nos han dejado (Enrique y Ramiro D.E.P.), doy gracias porque la salud y la suerte me han permitido llegar hasta aquí sin haber tenido ningún percance, y por qué no decirlo hincho pecho porque una cosa que me prometí y me
propuse a mí mismo he conseguido acabarla. Todo esto y más se me viene de golpe a la cabeza mientras me voy acercando a la entrada a la catedral, cruzo la puerta y allí está el pórtico de la gloria, una obra digna de admirar durante mucho tiempo, como ya he dicho en otras ocasiones no soy un gran amante de las piedras, pero reconozco el trabajo bien hecho y la belleza, no hay nadie haciendo cola para poner la mano y darse los croques, me admira esto, pongo la mano en la columna donde anteriormente la han puesto miles, o cientos de miles, o millones de peregrinos, doy media vuelta a la columna y doy los croques en la cabeza del maestro Mateo para ver si se me pega algo de su infinita sabiduría y luego me siento unos minutos en un banco de la catedral y lo poco que quedaba de mí por desinflarse desde el Monte do Gozo acaba por salir aquí, dentro me queda una sensación de paz y tranquilidad imposible de contar. Minutos después me dirijo a abrazar a
Santi, le han quitado la capa (será por el trabajo extra que tiene ahora con el jacobeo) está frío y luego bajo a ver su tumba, rezo un momento y doy una vuelta por la Catedral, da gusto poder transitar por ella y admirarla sin los agobios que por aquí son habituales, hago unas fotos y me marcho.
Después de vivir estos cortos pero intensos momento, salgo de la catedral y me dirijo a recoger a mi compañera, me hago las fotos que atestiguan mi paso por Santiago y dejar constancia gráfica de los kilometros acumulados en su marcador y que luego valdrán para que mis amigos me digan que con el Photoshop hoy día se hacen maravillas, tras una intensa sesión fotográfica me voy hacia la estación de autobuses a ver si hay autobuses esta tarde para Madrid, la cuesta arriba cargado ya no es problema, la bici casi sube sola, me acerco a la estación pero no
encuentro la entrada de personas, entro por la salida de autobuses, allí ato la bicicleta a una barandilla y me dirijo a pie a buscar las taquillas. Por fin las encuentro, busco la de Alsa-Enatcar y pregunto a que hora hay autobuses para Madrid, me dice la chica que a las 16,30 h. sale uno de la clase Supra, (estos no paran en todo el trayecto, te dan de merendar, llevas revistas y periódicos, tiene servicios en el propio autobús, un lujo) le pregunto si puedo llevar una bicicleta, a lo cual me responde que si, que me tiene que cobrar 3€ mas pero que la puedo llevar como equipaje, veo el reloj y son las 15,35, le digo que me dé un billete, bajo a por la bici, cojo ropa de persona normal para poder cambiarme y en un servicio que huele fatal y está muy sucio me cambio como puedo, me quito mi indumentaria, me pongo ropa limpia (sin ducharse, ya sé que es una guarrería pero en ese momento no podía hacerlo de otra manera) y una vez cambiado tengo que recoger todo de manera que me entre en las alforjas que son mi
equipaje, como puedo lo meto todo y me dirijo a comer algo, son casi las 4 de la tarde y no he comido nada. En la cafetería de la estación me tomo unos pintxos con un par de cervezas que me saben a caviar beluga compro una revista de motos para tener lectura en el viaje y me dirijo al andén.
Desmonto la rueda delantera de la bici para poder meterla en el autobús, ya que si no es así no entra, la sujeto a la bici con un pulpo, suelto la dirección para que ocupe menos y lo dejo preparado para cuando venga el autobús. Son las 16,25 y en el andén 19 que pone en el billete no hay ningún autobús, además no hay nadie en el mismo, me pongo un poco nervioso, pero en 2 minutos aparecen por allí varias personas y a las mismas 16,30 llega el autobús, para rápidamente subimos los equipajes, mi bici y mis alforjas a la bodega del autobús y yo para arriba, en 10 minutos estoy saliendo de Santiago, se me vienen a la cabeza un montón de gratos recuerdos (los malos momentos, se olvidan rápido) vividos en estos 11 días, hago memoria de algunos de los sitios por los que he pasado, ciudades grandes como Pamplona, Burgos, León o Logroño, pequeñas aldeas como las que atraviesa el camino a su paso por Galicia, momentos agradables como por ejemplo las sobremesas después de cenar en algunos de los albergues en los he pernoctado, la variedad de incidencias climatológicas vividas (calor, frío, lluvia, nieve, granizo, viento), la diferencia de estado de los caminos dependiendo de porqué comunidad autónoma circularas, la cantidad de personas conocidas con las que he entablado conversación a lo largo de estos días. El ronroneo del autobús, los suaves movimientos que su cómoda butaca me proporcionan, el cansancio y el bajón que estoy sufriendo en estos momentos hace que en poco tiempo me quede dormido, dando por concluido con esto el relato de mi Camino de Santiago 2004.



Después de vivir estos cortos pero intensos momento, salgo de la catedral y me dirijo a recoger a mi compañera, me hago las fotos que atestiguan mi paso por Santiago y dejar constancia gráfica de los kilometros acumulados en su marcador y que luego valdrán para que mis amigos me digan que con el Photoshop hoy día se hacen maravillas, tras una intensa sesión fotográfica me voy hacia la estación de autobuses a ver si hay autobuses esta tarde para Madrid, la cuesta arriba cargado ya no es problema, la bici casi sube sola, me acerco a la estación pero no


Desmonto la rueda delantera de la bici para poder meterla en el autobús, ya que si no es así no entra, la sujeto a la bici con un pulpo, suelto la dirección para que ocupe menos y lo dejo preparado para cuando venga el autobús. Son las 16,25 y en el andén 19 que pone en el billete no hay ningún autobús, además no hay nadie en el mismo, me pongo un poco nervioso, pero en 2 minutos aparecen por allí varias personas y a las mismas 16,30 llega el autobús, para rápidamente subimos los equipajes, mi bici y mis alforjas a la bodega del autobús y yo para arriba, en 10 minutos estoy saliendo de Santiago, se me vienen a la cabeza un montón de gratos recuerdos (los malos momentos, se olvidan rápido) vividos en estos 11 días, hago memoria de algunos de los sitios por los que he pasado, ciudades grandes como Pamplona, Burgos, León o Logroño, pequeñas aldeas como las que atraviesa el camino a su paso por Galicia, momentos agradables como por ejemplo las sobremesas después de cenar en algunos de los albergues en los he pernoctado, la variedad de incidencias climatológicas vividas (calor, frío, lluvia, nieve, granizo, viento), la diferencia de estado de los caminos dependiendo de porqué comunidad autónoma circularas, la cantidad de personas conocidas con las que he entablado conversación a lo largo de estos días. El ronroneo del autobús, los suaves movimientos que su cómoda butaca me proporcionan, el cansancio y el bajón que estoy sufriendo en estos momentos hace que en poco tiempo me quede dormido, dando por concluido con esto el relato de mi Camino de Santiago 2004.
FIN
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